El inicio de 2020 para la venta de coches eléctricos fue espectacular, debido a la entrada en vigor la normativa en la que obligaba a las marcas a vender vehículos eléctricos con el objetivo de reducir las emisiones de CO2 y si eso no sucedía, tendrían multas millonarias. Este año iba a ser el año clave para su ascenso.
En general, los vehículos de propulsión alternativa (híbridos ligeros, híbridos enchufables, eléctricos y propulsados a gas), habían incrementado sus ventas a 29 de febrero de 2020 un 54,61% en comparación con el 28 de febrero de 2019.
Pero ya en marzo, donde se inició el estado de alarma, se pudieron empezar a ver los números rojos.
En el mes de marzo, mitad de mes con confinamiento, las ventas de vehículos alternativos llegaron a las 7.521 unidades, nada menos que un 38,29% menos que en marzo de 2019. A 31 de marzo, se han matriculado en España un total de 39.014 vehículos de alguna de las cuatro propulsiones alternativas. Y casi nulas serán las ventas de abril, primer mes con estado de alarma en pleno.
Aunque también cabe señalar, que los buenos datos del trimestre pueden resultar algo engañosos en comparación con nuestros vecinos europeos: son cifras tan altas porque los volúmenes son pequeños. En 2018, según datos de la DGT, la cuota de vehículos eléctricos era del 0,06% del total del parque. España tiene un índice de electromovilidad por debajo de la media de los 15 principales países de la UE. Dicho índice es el encargado de medir el nivel de electrificación del mercado y del desarrollo de los puntos de recarga públicos. Así, España se sitúa en la cola de los países analizados, con 16,4 puntos, por debajo de la media de los 15 países de la UE (27,9 puntos).
Ante esta situación de estado de alarma, los fabricantes europeos, solicitaron, a través de la patronal comunitaria (Acea), a la presidenta de la Comisión Europea, una moratoria de un año para poder cumplir con los objetivos de emisiones y evitar multas multimillonarias.